Para Angelina, esta será una decisión importante. Una decisión valiente. Sin embargo, es una elección que le permitirá sentirse italiana sin tener que renunciar nunca a sus raíces. Al principio, no fue fácil para Angelina. Y aquí es donde entra en juego De Rigo. Hace una entrevista. Sale bien. Empieza a trabajar dentro del área de calidad. Sigue trabajando con nosotros. Con pasión, determinación y ese orgullo de cerrar el proceso de producción de unas gafas que pronto llevará alguien en alguna parte del mundo. La empresa de Longarone se convierte en el acelerador de una segunda vida para Angelina.
El resto lo pone ella, con su saber hacer y sus ganas de seguir mejorando. Es un placer verla trabajar. La atención que pone al comprobar que las gafas cumplen con la ficha técnica. El cuidado que tiene en la fase de verificación, para que se pueda certificar que la forma y el tamaño de las gafas corresponden a las del dibujo técnico.
Angelina sonríe. Es una sonrisa que manifiesta su actitud serena ante la vida, fruto de la superación de grandes desafíos, pero, sobre todo, de la emoción de ver a sus hijas, que ya son mujeres jóvenes. En esta serenidad yace todo su espíritu. Una declaración de amor hacia la vida. La cual también la lleva a pensar siempre en los demás y, por ello, está comprometida en obras benéficas para su país.
Una sonrisa hija de dos mundos. Una sonrisa hija de un universo grande y único.
Tómalo con calma, Angelina.